lunes, 25 de mayo de 2015

El deporte y la música unen, las mandarinas también ...

  
Se está acabando el jueves, toca retirada… y diferentes desconocidos, unidos por el tren, comenzamos el viaje de vuelta a casa, unos intentan dormir, otros aprovechamos para leer y algún que otro se refugia en el móvil para sentirse más acompañado en la travesía…        
  Después de varios kilómetros de trayecto, la mayoría de pasajeros nos giramos a mirar la puerta del vagón, en la parada entran un grupo de ocho jóvenes, de entre once y catorce años, irrumpen con alegría y bastante ruido… Se van distribuyendo en una zona del vagón y rápidamente van haciendo suyo el espacio…
  Los más curiosos, dejamos lo que nos ocupaba y nos enganchamos mirando al grupo de chicos y sus comportamientos…
  -      “Ei!!, pásame el móvil i pongo la música…, la vamos a liar un poco…”
  Así comienza una peculiar sesión “discotequera” en el tren… Que si más alto, que si ahora lo bailo, que si anímate tú también…  El móvil en cuestión se convierte en un improvisado altavoz y, por decibelios, un altavoz nada despreciable… Y como en la variedad está el gusto, un poco de rap, un poco de disco árabe y algo a capela…, de cosecha propia…
  El ambiente se anima y lo de leer y dormir pasa a un segundo plano…
  Pero como la energía no es inagotable, uno de los jóvenes saca provisiones, una bolsa llena de  mandarinas…, unas mandarinas pequeñitas y muy naranjas, con un olor que invade el vagón, lo que hace sospechar que deben ser mandarinas de verdad… Por los comentarios, se ve que lo de comer mandarinas es una práctica habitual y el provisor tiene su tarea más que asignada…
  El equilibrio y colaboración con que se reparten, pelan y comen las mandarinas confirma que no es la primera vez y que las mandarinas los une…, uno pela unas cuantas, encesta las pieles en la papelera y luego se las va repartiendo a algunos compañeros… El dueño – provisional- de la bolsa de mandarinas, va dosificando el reparto y asegurándose de que todos reciben, realmente gracias que son muchas, pues el hambre a esas horas no perdona…        
  Ávida de conocer más sobre el curioso grupito, me fijo en sus bolsas, todas iguales, de deporte y con la inscripción de un equipo de fútbol sala…, sin duda, deportistas que vienen de entrenar… Continúo con mis observaciones y aprecio chicos con diferentes rasgos y nombres… Sin poder constatarlo del todo, diría que algunos son de origen árabe – Hamza, es el nombre de uno - , otros de origen latinoamericano y también una parte del grupo con características físicas más “autóctonas”… Por lo homogéneo del idioma, diría que todos son nacidos en la región…, es probable que algunos de la segunda generación de emigrados….        
  Y yo que venía de un curso donde habíamos tratado el tema de la inclusión social y educativa, vaya ejemplo más vivo de lo que es inclusión, y nada más lejos de asimilación…, sino convivencia intercultural…, donde todos se unen para comer mandarinas, bailar y rapear, respetan la música de origen del otro y…, probablemente…, defiende los colores de un mismo club deportivo y luchan por objetivos comunes…        
  A punto ya de bajar, uno de ellos, el de la bolsa de mandarinas, me confirma que son jugadores del mismo club, algunos en categoría infantil y otros en cadete, y que hacen el recorrido en tren cada martes y jueves, los días que toca entreno y mandarinas en la dieta…                                                           
                                                                                       Mariana G.F.

No hay comentarios:

Publicar un comentario